(Países Bajos, 1946) Conocida ampliamente como crítica y teórica cultural, Mieke Bal es profesora de la Royal Netherlands Academy of Arts and Sciences (KNAW), con sede en la Escuela de Ámsterdam para el Análisis de la Cultura de la Universidad de Ámsterdam. Sus áreas de interés, publicadas en más de 30 libros, van desde la antigüedad biblíca y clásica hasta el arte contemporáneo y del siglo XVII; la literatura moderna, el feminismo, la cultura migratoria; las enfermedades mentales, el capitalismo emocional y los genios locos de la historia. Entre sus múltiples publicaciones se encuentran Un lector de Mieke Bal (2006), Conceptos viajeros en las humanidades (2002) y Narratología (3ª edición, 2007). Su trilogía sobre arte político (2011, 2013) aborda en cada uno de sus volúmenes el diálogo con la obra de un artista y el género que trabaja. Su quehacer académico está comprometido en desarrollar una visión teórica con y a través del arte, en vez de someter el arte a la teoría.
Mieke Bal también es video-artista. Sus documentales experimentales sobre la migración incluyen Mil y un días (A Thousand and One Days), Colonia (Colony) y la instalación Nada está perdido (Nothing is Missing). Su película de ficción con Michelle Williams Gamaker, Una larga historia de (la) locura (A long history of madness, 2012), integra la ficción, la historia y los historiales clínicos de distintos pacientes. Su género es mejor conocido como “ficción teórica”. Madame B, también con Michelle Williams, adapta la famosa novela de Flaubert a la situación económica actual (2014). Actualmente trabaja en una instalación de doble pantalla, además de un largometraje proyectado en una pantalla dividida: Duda razonable (Reasonable Doubt), un doble retrato de René Descartes y la reina Cristina de Suecia. Ha exhibido su trabajo internacionalmente y, en ocasiones, se desempeña como curadora independiente.
Con el colectivo Cinema Suitcase, Mieke Bal ha realizado una serie de documentales que buscan favorecer la auto narración de sus sujetos, confrontados sobre la base de la intimidad, en vez de construir las historias para ellos. Este enfoque enriquece la calidad performativa de la cinematografía como un proceso colectivo. Las películas se abstienen de proyectar una voz narrativa en off, e incorporan solamente el sonido ambiental. Las historias no son cronológicas pero surgen de vínculos asociativos, constituyendo así una especie de “estilo libre indirecto”.