El Grupo ETC se fundó para denunciar sofisticados procesos de despojo de las comunidades rurales: sabotaje de los ancestrales intercambios de semillas, enajenación de la lucha contra el hambre mediante la revolución verde y la invasión de expertos, imposición de regímenes de propiedad intelectual sobre los tejidos comunitarios campesinos, adicción de los suelos y los cultivos a los insumos químicos, destrucción de empresas agropecuarias familiares, locales y públicas.
El Grupo ETC da seguimiento a las promesas tecnológicas que quieren terminar con la identidad campesina de la humanidad: semillas suicidas que fulminan el ciclo agrícola; producción de ingredientes botánicos pero no en plantas sino en microbios, control satelital del cultivo y la cosecha. Los campesinos, que son quienes producen la comida que verdaderamente nos alimenta, son excluidos de las decisiones técnicas, económicas y políticas de la agricultura ultramoderna, mangoneada por un puñado de corporaciones que no solo extermina a los sembradores, sino que devasta los suelos, los bosques, y el agua; así como nuestros cuerpos y nuestros derechos.