Por Teresa Dillon
Al transponer las frecuencias de diferentes ondas de radio, de Vega y sus colaboradores, nos hacen conocer de manera perceptiva y consciente la densidad y la omnipresencia de partes del espectro electromagnético. Este llamado de atención es necesario en un mundo contemporáneo diseñado para ser tecnológicamente inteligente y sin fisuras.
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Para ser capaz de no sólo conceptualizar sino también de entender las fronteras de nuestro territorio, se necesita de esta relación física con el lugar que informa a la acción consciente y que, como resultado de ello, nos da un sentido de control y libertad sobre nuestro ambiente. Cuando las fronteras son invisibles, cuando el territorio está diseñado para ser perfecto, nuestro sentido del control se desvía automáticamente o renuncia sin consentimiento ni discusión. Con el diseño computacional integral, esos registros tangibles no son una opción para el usuario. El esfuerzo es retirado a propósito.
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En el caso de nuestro contexto contemporáneo, el explorador crítico de sonido está husmeando, detectando y golpeando en las paredes técnicas e invisibles, alojadas dentro de nuestros ambientes. Esto produce una retroalimentación sonora visceral, que provoca la disonancia necesaria, la tensión e incluso la violencia precisa para sacarnos de la sumisión tecnológica. Tales actos sónicos trabajan deliberadamente en contra de lo homogéneo y de la opacidad al exponer sus contornos. Esto nos empuja a una confrontación consciente con la máquina, y nos permite transformar nuestra posición a través del cuerpo y de los oídos. A partir de ello pueden surgir una audibilidad y una contemplación más profundas de las relaciones involucradas, así como desarrollarse una mejor comprensión de las estructuras cívicas «inteligentes» en las que estamos inmersos.
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Como formas de inscripción, el trabajo de los artistas sonoros contemporáneos al hacer audible el espectro electromagnético, es tanto un gesto moderno como uno primitivo y antiguo. Una vez más caminamos por los caminos de nuestros ancestros al mismo tiempo que luchamos por adaptarnos a los paisajes computacionales en los que nos encontramos situados.
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Los anteriores son fragmentos del texto «Cable exprés» de Teresa Dillon, que forman parte del libro Limen, de Mario de Vega, Víctor Mazón Gardoqui y Daniela Silvestrin. Limen compila colaboraciones que analizan la proliferación de señales electromagnéticas producidas por dispositivos de telecomunicaciones inalámbricas y otras tecnologías basadas en microondas, para discutir su impacto en el desarrollo cognitivo, la genética y la salud de los sistemas vivos, así como sus implicaciones en la interacción social y el intercambio emocional. Léelo en línea o descarga el pdf del libro aquí.