Filia

Los temas del Coloquio XVI de 17, Instituto de Estudios Críticos se entretejen en este testimonio de Lorena Peña Brito de una manera orgánica y con la sensibilidad de lo urgente: el emprendimiento crítico, la creación, la postuniversidad, la participación social y política se convierten en cuerpos llenos de vida en donde late el germen de lo posible.

Por Lorena Peña Brito

No logré sobreponerme y dejé pasar la oportunidad de articular palabra alguna. No lo pensé demasiado. Creí que el encuentro sería distinto, mucho más elaborado desde un academicismo rígido, dotado de la frialdad que caracteriza a las instituciones educativas por las que he pasado antes. Mis antecedentes universitarios se volvieron obtusos en perspectiva. Por contraste, la estructura de la universidad se hizo quebradiza, inconsistente, profundamente sospechosa. Los integrantes de esta especie de secta (después cambiaré el mote) saben los nombres unos de otros. Es casi abrumador. Sin embargo gozoso. Los participantes han seguido de cerca el desarrollo de estudio e investigación de sus congéneres, desde coloquios anteriores. Y así las personas lejanas de la máquina de escribir quedan presentes, no sólo con una vida intelectual sino personal. En una estructura horizontal. Pedí en distintas ocasiones referencias sobre los actores. Las voces no están divididas por sus grupos de grado y diferencias discursivas, sino que son todas elementos de un colectivo, de un coro. Así, las charlas de pasillo y los descansos son como el espacio negativo del coloquio, pero también lo constituyen. Como el vacío constituye también a la vasija.

II

Siguen llegando dos sueños recurrentes. Uno es en el que un día cualquiera descubro que no he terminado el bachillerato porque no presenté el último examen de dibujo arquitectónico. Me llaman para informarme que debo regresar a quinto semestre de Colegio de Bachilleres, Plantel 02, en San José del Cabo. El otro es en el que estoy siempre en situación de recreo, en una de las playas de San José (que siempre dan al Mar de Cortés) y repentinamente empieza a subir la marea. Las ballenas comienzan a varar. En ambos casos es el apocalipsis. Nunca sé cómo resolver la situación. Desesperada veo mis manos dentro del sueño y despierto. Es una técnica que aprendí y funciona.

III

Saber el nombre de los otros y llamarlos. No escribirlo como antes en la Máquina de Escribir. Mi presencia en el coloquio fue como ese verme las manos y despertar para ver las manos de los otros. La comunicación simultánea a través de las plataformas digitales resulta en una conciencia distinta sobre uno mismo, como si fuéramos fantasmas sin cuerpo, sólo cabezas, de las que cuelga una tela inasible. Imagino mis estudios de posgrado como una labor que desempeñaré en una especie de limbo, abstraída en este cuarto desde el cual escribo, sola, interrumpida solamente por un gato. Habitando una pantalla con interlocutores a destiempo. Un diálogo quebrado. Pero los encuentros de 17, Instituto de Estudios Críticos implican una vuelta a los cuerpos y a las emociones.

IV

“Por un momento habito un sueño muy antiguo: surco la bahía con la luna llena en el cenit desparramando su brillante luz sobre mi cabeza, escucho las insólitas voces de las ballenas grises —ya no sus profundos rugidos de antiguo monstruo marino que nos cimbran— emitidas desde sus cráneos en forma de pensamientos sonoros que dejan traslucir una nostalgia ancestral y un anhelo infinito, como dos ejes del tiempo. Si bien no tengo palabras para definirlo, me queda el sentimiento de que las ballenas y sus hijos son como niños. Veo en sus ojos reflejados mis ojos de niño, y desde ahí percibo su vulnerabilidad extrema que es la mía. Y es justo esa fragilidad la que ha prefigurado nuestro encuentro”.

Ariel Guzik, Bitácora de viaje, Nereida

V

Si, como ha dicho Leónidas Donskis, el gran reto de la universidad actual es construir una relación coherente entre una verdadera escuela de pensamiento, relaciones a largo plazo, eficacia, y libre mercado, precisamente el ejercicio de este coloquio es una especie de metatexto. 17, Instituto de Estudios Críticos, sería, a simple vista, la implementación de una estrategia de acción para ello. No sólo construye una plataforma de educación permeable en tanto su discusión trasciende a sus participantes y se hace presente en la esfera pública a través de coloquios, publicaciones y otras acciones, sino que su modelo financiero se flexibiliza a través de programas académicos móviles, presenciales, semipresenciales, a distancia, por periodos a corto, mediano y largo plazos, fragmentables, modulares, autogestionables. Esta flexibilidad, casi fantasmagórica, resulta en una especie de sectarización (escuela de pensamiento) y establecimiento de relaciones (físicas, emocionales) a largo plazo. La interacción horizontal de sus participantes, física, emotiva, da solidez a la base académica sobre la que se posa.

Y me refiero a una sectarización en tanto grupo de afiliación a un proceso de análisis, investigación, comunicación, socialización y práctica. En sesión plenaria Benjamín Mayer Foulkes ha sugerido entendernos a nosotros mismos como emprendedores críticos. Desde ya. No como estudiantes.

La muerte de la universidad coincide con la muerte de la vida pública, y la crisis universitaria, según propone Donskis, radica en su administración como empresa. Una administración en la que la estructura moral, o ética, se pierde ante la competencia del libre mercado y una universidad que «fabrica» profesionales productores de capital financiero; que desecha el cuerpo docente como individuos intercambiables, que pierde autonomía y responde a un único interés de consumo. Si, según Benjamín Mayer Foulkes, la oportunidad es partir desde la conciencia de finitud de las cosas, y la universidad es finita, es esta energía de muerte, de final absoluto, lo que cataliza o fertiliza el nacimiento de algo nuevo. Y pregunta: ¿cómo podemos hacer surgir algo nuevo sin renunciar a la producción económica? La respuesta es, como ha sugerido Cristina Santamarina, repensar la estructura y la labor universitaria desde su posición en el mercado. Hablar de mercado.

Este metatexto que es el coloquio, para citar de una forma un tanto velada a la estructura de 17, Instituto de Estudios Críticos está construido por todos los individuos que participan de él. Es una forma de puntal. Por un lado la discusión repercute en su modelo, que abre un espacio de análisis sobre sí mismo. Sospechoso, sí, pero efectivo en tanto es un ejercicio que en la crisis de la universidad, casi se pierde.

VI

Para Beatriz Preciado el cuerpo es como un espacio de inserción de tecnologías que son, en realidad, técnicas de gobierno que normalizan los cuerpos. Para ella el cuerpo es como una arquitectura de la modernidad, una construcción. Piensa la realidad como un espacio de transformación tecnológica. De qué manera entonces encarnamos y habitamos estas distintas arquitecturas que somos todos juntos. La presencia del cuerpo, entonces, y una de sus extensiones que es la voz, son protagonistas, pero también espacios de incidencia en un encuentro pensado para discernir sobre la universidad, la emprendeduría y la consultoría crítica. Es a través de nuestro cuerpo que emitimos nuestras primeras posturas políticas. La presencia es el inicio del diálogo, de la mirada hacia el otro, de la hospitalidad. Es la primera oportunidad de llevar lo pensado al preámbulo de la acción. Por eso es tan fuerte el derecho a la libre asociación y tiene tantas implicaciones en la subversión.

Beatriz Preciado apela a los prefijos post— y trans— como claves de la teoría queer, como antídotos de las construcciones de la modernidad. Posthumanismo, transfeminismo. Y en su acción desde la filosofía queer propone una posición crítica con respecto a la subjetivación propia, a la subjetivación crítica. Encuentra entonces que ingerir testosterona en pequeñas dosis modifica políticamente su sociabilidad en tanto modifica la tecnología de su propio cuerpo. Es el cruce entre filosofía y vida. La práctica. ¿Emprendeduría crítica del cuerpo? Para Preciado la teoría (queer) debe trascender la academia, y su campo de acción es el arte como estrategia de construcción de imaginarios políticos disidentes, como vehículo de incidencia en el ámbito social, como ámbito creativo.

VII

El llanto también es una señal, potente, en el proceso de comunicación y contagio con el otro. Si la repulsión al vómito es casi un instinto primitivo de preservación de la salud, el llanto provoca por reflejo el estrechamiento de lazos, la empatía, la protección y el fortalecimiento de la manada. La plataforma de aterrizaje de la teoría crítica no es solamente la práctica, la acción a través de la emprendeduría. También tiene que estar en la sensibilización de las relaciones laborales o profesionales para hacerlas más personales en la medida de lo posible.

No sé si la emotividad caracteriza a cada uno de los coloquios de 17, Instituto de Estudios Críticos. Lo espero. La emotividad bombea sangre. El pensar y el actuar otorgan energía vital, pero también el sentir. La historia personal que sostiene los intereses creativos de un investigador es el combustible. A través del llanto del otro, y del mío reprimido, me he concientizado de un «nosotros» posible. Acompañé a José Hamra, a Benjamín Mayer Foulkes, a Ariel Guzik, en esa vibración que es sentir. Eso que vibra es un motor. Hace todo lo que pensamos, real. Eso que ahoga la garganta en la represión del llanto, provee potencia a la voz. Los lenguajes y las tecnologías del cuerpo competen también a la gestión crítica.

VIII

Si recurrimos a un nuevo entendimiento de los órganos como hace Ariel Guzik, y pensamos en el hígado como estructura que filtra, que renueva, podemos pensar en el cuerpo como un sistema metafórico de lo social. El ámbito de lo social como un cuerpo que consiste en distintos órganos con distintas funciones. La empresa como cuerpo constituido por órganos. Departamentos que palpitan y bombean la sangre, aéreas de producción que permiten que el cuerpo respire, sección de deshechos reciclables. El cuerpo le compete a la gestión crítica, es posible pensar en la estructura universitaria, en la empresa, como un espacio de subjetividad crítica.

IX

Coral Herrera Gómez sugiere que la teoría queer intenta romper con la inercia de etiquetar para definir los procesos, los objetos, las personas; para comprender la complejidad de la realidad y también para jerarquizar. Y que “el movimiento queer no se detiene en la crítica de la construcción de las identidades sexuales, sino que amplía su radio de acción a entramados sociales de nuevo calado como la etnicidad, la religión, la ecología y, en general, los grupos marginados por el capitalismo globalizado de fines del siglo xx”. El abordaje de la teoría queer como plataforma de análisis de la emprendeduría y la gestión crítica fue, casi, la gran ausencia en este coloquio.

Casi, de no haber sido por Gary Hall, que ha traído las posturas de Rosi Braidoti a una discusión que en mucho ha partido de las figuras alternativas de representación (en tránsito) para apelar al nuevo albedrío ético. Para Hall la disrupción, y la perturbación no sólo del mercado sino de los esquemas institucionales en general, partiría de una nueva agencia y de la imaginación de estas representaciones alternativas y de un cambio de paradigma en lo dado, la naturaleza, el inconsciente, la cultura construida. Así, desde la reivindicación de lo raro, la filosofía queer comparte una línea en común con la postuniversidad: la individualidad, la subjetividad contra lo colectivo, la apertura y el tránsito. En este sentido, la fuente abierta, los compromisos abiertos, los datos abiertos y la ciencia abierta a los que apela Hall confluyen también como la teoría queer en una filosofía de coexistencia en la que aprendemos otro tipo de existencia colectiva, y a los medios híbridos de comunicación como medios alternativos al lenguaje para la suscripción de subjetividades.

X

Desde hace unos años la artista argentina Alicia Herrero utiliza como herramienta de trabajo el enacting, que se vuelve su material de construcción formal y resultado en sí de la obra artística.

Herrero se empodera a través del enacting, como una forma de performatividad, que se encuentra entre la vida cotidiana y la vida pública. Sus actos performativos consisten en el gesto corporal de crear experiencias, frecuentemente políticas, a través del cuerpo y la voz. A través de su actuación pública, Herrero se refiere a la economía, a la política, a la educación como espacio de inserción de estos campos, y cuestiona con ello la semántica subyacente en la estructura social y cultural inherente a los cuerpos, codificados, que la conforman. Es decir, a través de su presencia en el espacio público y de su interacción con colaboradores y público, Herrero escenifica a pequeña escala los sistemas de sociabilidad particulares en distintos ámbitos culturales para, incluso, crear foros de discusión y análisis sobre estos ámbitos. Consideraciones sobre lo público, Un simposio en tres actos, o The Paradigm Confines Tour, han sido un par de ejercicios esencialmente performativos y también educativos, en los que incluso el espacio en el que se realizan cuenta con una carga simbólica que se articula con el contenido de sus programas. Así, Herrero toma su cuerpo, su voz, su presencia como canales de incidencia pública, y como una posición política en sí misma.

Es esto un ejemplo de lo que Beatriz Preciado cita en la construcción de imaginarios políticos disidentes y en la actuación creativa en el ámbito de lo social. Juntas desde sus posturas, Preciado y Herrero, sugieren la libertad de asociación como una estrategia incisiva.

XI

Quiero ver la presencia de Ariel Guzik en el XVI Coloquio de 17 como un acto performativo en sí mismo. Si Benjamín Mayer Foulkes se ha referido al 17 como una obra de arte, puedo entonces tomar sin pudor la charla de Guzik como un acto artístico performativo. Las líneas se diluyen apelando a lo que se transforma, lo que está en tránsito, lo raro. Me gusta entendernos como emprendedores queer. Transfeministas en potencia. Lo que no parece arte lo es.

Guzik, tanto en su trabajo como en la transmisión oral que hace de él, invita a la conexión con el otro. Humano o criatura cualquiera. Llama a la recuperación de la inocencia (¿no lo hicimos todos de alguna forma en el llanto y la conmoción compartida?), al afecto, a la fragilidad (¿a la afirmación de la muerte de todo, ese fuego creador?) a la energía invisible, (a nuestra propia vibración que cantó Nereida), a la mistificación de la energía y la ciencia, al interior del cuerpo. A la voz de los hombres, las criaturas y las cosas, como un encantamiento. A la resonancia, en distintos sentidos. A verse en el espejo, como hacen los cetáceos al percibir el mundo a partir de verse reflejados en él.

¿No es esta vuelta al misticismo del artista, este actuar de mago y científico loco, un planteamiento político ante una escena del arte cada vez mas frívola?

XII

Pienso en Nereida como el antídoto, el opuesto exacto, al varar de las ballenas.

XIII

Pienso en resonancia cuando digo afiliación. En atracción cuando digo filia(s). En lo que se reúne por correspondencia. Pienso en Flia (familia) cuando digo Filia. Y en lo familiar en lugar de lo sectario.

Quiero llamar a una imagen sonora: un coro conformado por sonidos guturales, bucales, de la saliva que se traga, del llanto contenido, de los silencios previos a la palabra dicha, de todos quienes emitieron voz en este coloquio. Como una manera de citar los cuerpos y sus arquitecturas, como una promesa de que algo sucederá.