Sergio González Rodríguez, siempre intempestivo, se fue como llegó.
Mientras nos hacemos a la extraña idea de su ausencia, multipliquemos los motivos de su memoria. Queremos honrarlo. Fue significativa su presencia en varios momentos de la prehistoria, e historia de 17. Le hicimos una docena de invitaciones temerarias: no atinamos a comprender su aceptación de todas ellas. Tantas gracias, señor implacable.
En 2004 nos hizo el favor de batirse consigo mismo en “Yo contra mí”, un encuadre –que no repetiríamos– en que citamos públicamente a ciertos cómplices a jugar ajedrez consigo mismos. Su forcejeo de entonces es ahora relectura obligada. Aquí va, en la versión recogida por Fractal 32: Sergio González Rodríguez Vs. Sergio González Rodríguez.
Hoy, a su partida, nos encontramos con que nuestro pugilista nos dejó entre las manos un nuevo ensayo. Aún inédito, “México: imagen-país” es un recuento ponderado de los imaginarios asociados con nuestra patria, o lo que queda de ella. En breve circulará definitivamente en Los cuerpos de la imagen, volumen coeditado con el Centro de la Imagen. Pero su sorpresiva transmutación en un testamento sobre nuestra morada nos impele a compartirlo abierta e íntegramente.
Imaginamos ahora mismo a Serge enfrentado con nuestro duelo por él. Irónico, nos miraría por entre sus lentes. Se mostraría tan escéptico como comprensivo, y algún desafío nos lanzaría. Siempre socarrón, sin duda nos instaría a ir más allá. Pues no basta con celebrar su lance, Más que nunca, hay que refrendarlo. No en vano y a nuestro aire. Con – y contra él.