Seminario en vivo en video (Vía Zoom). Jueves de 12 a 14 hrs. (horario Ciudad de México)
Imparte: Javier Bolaños
¿Qué serie de registros adicionales introduce el psicoanálisis en sus (des)encuentros con la Inteligencia artificial y las neurociencias?
¿Por qué, gracias al psicoanálisis, puede sostenerse que no es posible hallar a lo humano en el cerebro, ni en la mente, ni en la inteligencia?
¿Por qué la inteligencia artificial puede continuar a lo psíquico?
Cuando nos referimos un Otro, no lo hacemos para señalar solamente a quien dice algo diferente de uno, sino, también, a quien, al hacerlo, ubica un poco de absoluto (Meillassoux, 2015), un otro absoluto en el pensamiento ya naturalizado. Dado el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA), arribamos a un parteaguas histórico en el que estamos llamados a comprender mejor las diferencias y similitudes entre el pensamiento maquinal y el pensamiento humano.
Mientras se discutía si la mente humana fue creada, o fue consecuencia de sucesos aleatorios, las mentes artificiales del siglo XX eran, y siguen siendo en este nuevo siglo, creadas a partir de arquitecturas manufacturadas que pudieron pensarse del siguiente modo: eficiencia de consumo en la era de la electrónica analógica, eficiencia de productividad en la era digital. En este contexto encontramos la primera gran diferencia, tal vez conclusiva, entre mente humana y mente artificial, concebidas desde polos opuestos: mientras la mente humana parece ser una herramienta universal de adaptación, la mente artificial es la respuesta que resuelve infinitamente un problema específico con la mayor eficiencia alcanzable posible (Grasso, 2020).
Esas ideas no eran ingenuas: promovían lo que era necesario desarrollar. Planteado así, se hizo necesario demostrar que no existe nada “(…) que no pueda ser iluminado por la luz uniforme del análisis operacional” (Bolter, 1999). Pues, a pesar de buscar resolver sus propios problemas, en IA también tienen hipótesis sobre seres humanos. Para citar un clásico, Marvin Minsky (considerado uno de los padres de las ciencias de la computación y de la IA) dijo que la mente humana encuentra las salidas, utilizando, fundamentalmente, recursos de diferentes niveles cognitivos (Minsky, 2010). Y, entre otras cosas, a eso se abocaron.
Pero ¿qué sucede desde el otro lado? El 8 de abril de 2021, en un importante diario español, se publicó un artículo donde, gracias a reconocidos especialistas en neurociencias, se aseguraba: “¿Sabes distinguir entre cerebro y mente? Hazlo y reaccionarás mejor” (ese es el título del artículo). Entendemos que la supuesta distancia entre cerebro y mente, sobre la que se insiste últimamente en diversos espacios de discusión científica es la que, paradójicamente, permite operaciones que naturalizan la continuidad (y el correspondiente control) entre una y otra, es decir, entre la vida artificial y la vida humana (Kurzweil, 2005). Pues hoy, gracias a eso, aseguran, pueden construirse mentes. Pero, como costo, se desdibujan los límites entre ambas.
La propuesta del presente seminario radica en sostener que la distancia a establecer, para alcanzar consecuencias reales en la vida de todo ser humano, es la que existe entre la mente yuna de sus conjugaciones: lo mental. Este abordaje, con arraigo en el psicoanálisis, introduce una serie de registros adicionales a los usualmente considerados, subrayando el encuentro y los desafíos recíprocos entre IA, neurociencias y psicoanálisis.
La mente, lo sabemos gracias a los mencionados avances, funciona de manera finita, con definiciones transparentes y simples, donde el objetivo, para unos cuantos, es alcanzar la absoluta precisión lógica de sentidos, y para otros, funcionar mediante tejidos, o nudos, donde cada uno de ellos, contrastando con el otro para adquirir perspectivas diferentes, le otorgue significado al resto. De una u otra manera, no se discute que un cerebro es la causa de la mente. Es necesario aclarar que, en dicho campo, no se habla de qué es la vida sino, más bien, de cómo funcionan los sistemas vivientes. Al parecer, considerar allí un valor formal unitario es ineludible.
Los planteos mencionados parecen reducir la naturaleza humana al nivel de un artefacto. Y probablemente lo sea, pero, lo que nos interesa de ellos, además, es que son artefactos que se sujetan, siempre, a (se tensionan con) las disputas sobre evolución, biología, lógica, etc. Son determinantes esas consecuencias. Lo veremos. La mente, si bien se muestra como el resultado de productos computables y medibles, Roger Penrose (2012) dice que, además, de algunos no computables (donde el resultado obtenido carece de valor y no puede tomarse en cuenta para ser utilizado como un modelo de respuesta). Todo eso existe en cada uno de nosotros, pero la experiencia en psicoanálisis nos muestra algo más: adjetivando a la mente arribamos a productos no computables muy particulares, esa es la causa de la indeterminación subjetiva.
Y si de la mente se espera una relación lógica determinada de elementos que tienden a la unicidad, será necesario concebirla con la facultad de ser interpretada. Esa es la tarea que realiza lo mental, un extraño efecto que resultó de una aparente y simple adjetivación. Por supuesto, que ello no es posible sin los ineludibles efectos de lenguaje sobre la superficie orgánica (sensible). Eso es lo que cambia todo. La noción un tanto confusa de salud mental es un derivado de no precisar estas distinciones. Si lo mental funciona como una interpretación temporal que se articula y se distancia de la mente, el tiempo se torna esencial en este asunto, porque no se trata tampoco de qué hay allí, sino también de cómo y cuándo se produce. De la medida a la determinación, es el camino que nos interesa hoy.
El interés de dichos planteos es múltiple. Por ejemplo, para todos aquellos concernidos al psicoanálisis, pues no es habitual considerar allí los alcances de los funcionamientos automáticos y autonómicos en el humano (tal vez no tan diversos de aquellos que conllevan los aparatos mencionados). Para quienes trabajan en psicología, psiquiatría y salud mental, pues podrá permitirles advertir nuevas materialidades en juego. También para quienes trabajan en IA y neurociencias, pues trabajaremos sobre límites operativos. Para aquellos que trabajan y estudian los fenómenos psicosociales, porque no descocemos la importancia de concebir que acontecimientos culturales y configuraciones sociales son el principal modo de tratar la ineludible continuidad entre un colectivo y el individuo que lo habita. Las articulaciones serán el centro de nuestra búsqueda.
Programa
- Conferencia 1: El cerebro y el lenguaje.
- Conferencia 2: El lenguaje pulsional.
- Conferencia 3: La superficie cerebral (organismo) y la otra anatomía (cuerpo).
- Conferencia 4: La mente y lo mental.
- Conferencia 5: ¿Qué nos determina?
- Conferencia 6: Orientaciones/desorientaciones.
- Conferencia 7: Vivir entre otros.
- Conferencia 8: Indeterminaciones.