Por David Altheide
El miedo se ha vuelto una parte central de nuestra cultura comunicativa y de la vida cotidiana. La tecnología de la información expansiva que alimentan los medios de comunicación e Internet (con un sinnúmero de blogs y diversas redes sociales), proporciona la forma y el contenido de la atmósfera del entretenimiento que está moldeando las emociones globales, nacionales y locales. Las acciones y las políticas sociales que implican el control del crimen, el encarcelamiento, las alertas de terrorismo y las acciones militares basadas en la suposición de que el control social nos protegerá de las numerosas amenazas que dominan las noticias. Esto también ha impulsado una industria masiva de vigilancia. Todo esto contribuye al discurso del miedo, que puede definirse como la comunicación penetrante, la conciencia simbólica y la expectativa de que el peligro y el riesgo son una característica central de la vida cotidiana.
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La función de estos medios de comunicación en el discurso moderno del miedo incluye la narrativa del terrorismo y la vigilancia imprescindible para protegernos de los agresores extranjeros y nacionales, así como de los criminales. Los medios digitales remodelan el orden social de manera brusca pero sutil, extendiendo la lógica de la comunicación para permitir que los comunicadores se conviertan en participantes ( a menudo como una especie de ciudadano-participante-periodista).
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En esencia, la narrativa del terrorismo sostiene que el terrorismo y los terroristas no siguen las normas civilizadas de la guerra y que el terrorismo no se justifica en la medida en que civiles inocentes son víctimas. Entonces, las estrategias para combatirlos también pueden estar fuera de los límites aceptables, como por ejemplo: la tortura, el secuestro, la matanza generalizada de civiles en la persecución de los terroristas, así como el extenso sistema de vigilancia.
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Esa misma vigilancia que se utilizó para contener al terrorismo ya era utilizada por los vendedores para realizar un seguimiento de los intereses del consumidor. La vigilancia y el control social en el país y en el extranjero han dominado la percepción del público y han contribuido a la expansión de la retórica de la defensa nacional y el control en toda la vida social.
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Los anteriores son fragmentos del texto “Temor mediatizado y control social” de David Altheide, que forman parte del libro Limen, de Mario de Vega,Víctor Mazón Gardoqui y Daniela Silvestrin. Limen compila colaboraciones que analizan la proliferación de señales electromagnéticas producidas por dispositivos de telecomunicaciones inalámbricas y otras tecnologías basadas en microondas, para discutir su impacto en el desarrollo cognitivo, la genética y la salud de los sistemas vivos, así como sus implicaciones en la interacción social y el intercambio emocional. Léelo en línea o descarga el pdf del libro aquí.