Conferencia a cargo de Jorge Baños Orellana
19:00 horas, en Casa Refugio Citlaltépetl.
Nunca sabremos en qué momento Lacan supo del psicoanálisis o cuándo se puso a leer a Freud. Son secretos que no dejan huella. Pero tenemos los primeros artículos suyos que muestran un notable giro hacia 1931. Hasta principios de ese año, son textos claramente orientados a demostrar la organogénesis de las psicosis, como el del caso de la señorita L., de 1929, o el artículo de 1931 acerca de los delirios paranoicos que, con cierta razón, G. de Clérambault acusó de ser plagio de sus presentaciones de pacientes. Luego un vuelco notable, en las postrimerías de 1931, con el caso de una maestra de provincia que se creía la Juana de Arco de la lengua francesa. Al año siguiente, la redacción de la tesis doctoral, con su famoso caso Aimée, progresa raudamente hacia el psicoanálisis.
Pero la razón clínica no sólo funciona a partir de la observación de casos. O mejor dicho, la observación de casos nunca es un acontecimiento elemental y translúcido; siempre se produce desde modelos, desde paradigmas. A veces, se encuentran abiertamente explicitados: es lo que ocurrió afortunadamente con Lacan. El giro de la neuropsiquiatría al psicoanálisis de 1931 coincide con el pasaje del modelo del anélido al modelo de la nervadura botánica. Es algo es sabido. Lo problemático son las lecturas que se han hecho de los términos de ese pasaje. El San Benito del supuesto estructuralismo, pos-estructuralismo, foucaultismo u otros ismos recientes con que cargamos a Lacan, como si fueran su marca de nacimiento, viene produciendo interpretaciones anacrónicas e incluso desopilantes acerca de qué eran el anélido y la nervadura en cuestión. Al respecto, se propondrá una lectura que difiere de soluciones formuladas, en las dos últimas décadas, por autores de diversa inscripción.
Casa Refugio Citlaltépetl
Citlaltépetl no. 25, Colonia Hipódromo Condesa
Entre Campeche y Ámsterdam
ENTRADA LIBRE
Informes:
info@17.edu.mx
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